El Qüenco – Alberto Alcocer

Quizás recordéis que hace unos meses publicamos un post sobre el Qüenco de Pepa, un restaurante con el sello de Pepa, su dueña y emérita cocinera. Animados por aquella primera experiencia, este viernes decidimos probar el Qüenco de Alberto Alcocer.

Si deambuláis por el barrio y nadie os ha hablado del sitio, pasa casi desapercibido en una calle donde alternan bares de copas, restaurantes de rancio abolengo y ahora algún que otro de comida rápida. Pero si os lo recomienda un amigo o si la curiosidad os lleva más allá de su cartel casi naif, descubriréis una terraza retirada y de lo más simpática y agradable.

Ahí unas quince mesas encuentran cobijo entre velas y acogedoras sombrillas, y otras tantas os esperan dentro en un espacio donde la tradición se funde con lo moderno para conseguir una atmósfera de lo más cálida.

El servicio es muy amable y experimentado y da gusto ser atendido por profesionales con oficio.

Los platos se asemejan a los del Qüenco de Pepa: huerta, carne y mar están representados por igual y también se pueden pedir medias raciones de casi todos los entrantes. Quizás la cocina sea menos «sofisticada», pero la calidad es idéntica y los camareros os orientarán con gusto.

Desde aquí podemos recomendar la ensalada de tomates de la huerta con burrata – sabrosa y abundante incluso en media ración -, las sardinas ahumadas sobre cama de aguacate – algo escasas para la media -, el rape (en un ligero rebozado) con pisto y el bonito en escabeche (fuera de carta).

También aprovechamos para avisar que los dos entrantes llevaban una importante dosis de pimienta rosa, para nuestro gusto no justificada.

En conclusión, buena relación calidad / precio en una atmósfera informal y acogedora.

Volveremos… ¡para probar la carne muy popular entre las mesas a nuestro alrededor!